El trabajo de diseñador gráfico es algo que, a priori, puede parecer intangible, que diseñamos lo que nos piden y ya.
Pero el diseño es la base de todo lo visual, el diseño gráfico es técnico, es comunicativo.
Nos basamos en unas reglas y en una psicología aplicada para que los clientes de nuestros clientes entiendan el mensaje. En cada proyecto nos sumergimos de lleno y nos llenamos de empatía para ponernos en la situación del que está al otro lado. Sea para lo bueno y para lo malo, aunque el proyecto vaya como esperábamos, o no. Nos ponemos en la piel del otro aunque con eso tengamos que ir en contra de nuestros ideales o pasión.
Es por eso que muchas veces pensamos... ¿para quién trabajamos? ¿Cuál es nuestro propósito como diseñadores gráficos? ¿Hasta qué punto puedo aceptar cualquier trabajo?
Entonces tenemos dos opciones; aceptar encargos de quien sea, o aceptar encargos con los que nos sintamos de acuerdo, que estén en sintonía con nuestros ideales y podamos empatizar y crecer mientras que, a la vez, nos hace felices (lo que también se refleja en nuestro trabajo final).
Yo elijo a las empresas que tienen mucho que decir.
¿Cuáles son?
Las empresas que tienen tantas ganas por luchar por una causa y tantas ideas que cuando hablas con ellas sólo quieres embarcarte ya.
Que hacen felices a las personas, que su existencia, por aleatoria que parezca, ayuda a alguien a seguir adelante.
Empresas tienen un proyecto con tantos caminos que se acaban perdiendo.
Mi trabajo es aclarar el camino, sentar una base visual, pintar la valla y decirles a los demás por qué tienen que ir por ése camino. Así, la empresa puede seguir con su meta sin tener que esforzarse por hacerse entender.
¿Eres una empresa con mucho que decir? Entonces yo soy tu diseñadora, mucho gusto.
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